Te contamos en nuestro análisis de TUNIC para Nintendo Switch por qué no puedes perderte esta aventura que mezcla Zelda con Darksouls.
Si te encantan las aventuras tipo The Legend of Zelda y disfrutas sufriendo de lo lindo con Dark Souls, vas a tener muchas ganas de jugar TUNIC, un juego indie que mezcla puzzles y aventuras con desafiantes jefes. Hemos podido jugarlo ya, y te queremos contar qué nos ha parecido en nuestro análisis de TUNIC para Nintendo Switch.
TUNIC surgió de la mente de Andrew Shouldice, desarrollador indie canadiense que gracias a la desarrolladora Finji, pudo traer recientemente el videojuego a XBOX y PC. Ahora que por fin llega a Nintendo Switch, el público nintendero podrá disfrutar de esta pequeña carta de amor a Zelda.
Nuestra aventura arranca varados en la orilla del mar, un pequeño guiño a Link’s Awakening, y nada más despertarnos, tendremos que investigar qué está sucediendo en ese lugar. Parece que en sueños, una misteriosa figura nos insta a que le liberemos de su prisión y nuestro objetivo será averiguar cómo.
La premisa es lo suficientemente directa como para ubicar al jugador, pero será el entorno y un extraño manual de instrucciones, los que narren lo sucedido en la isla. Aquí comenzará una intrigante aventura de exploración donde nosotros mismos tendremos que sacarnos las castañas del fuego para salir adelante ¡Cómo los juegos de antes!
Al comienzo controlaremos a un pequeño zorrito desprovisto de armas, pero según exploremos, encontraremos una espada y diferentes herramientas para defendernos. Todo al estilo de los juegos clásicos de Zelda, en su mayoría portátiles, así que hasta el momento resulta bastante familiar, lo que lo hace especial es su forma de interactuar con el jugador.
TUNIC juega con la perspectiva isométrica y la exploración para ocultar caminos y esconder tesoros. También se ayuda del desconocimiento total del jugador para ponerle trampas y que sea él mismo quién aprenda a jugar, porque TUNIC consiste en eso, descubrir y aprender las normas de su mundo para poder movernos por él.
Las instrucciones del juego serán una pieza clave en nuestra aventura para orientarnos, pero esta vez tienen un interesante giro: el manual de instrucciones se encuentra dentro del propio juego, y está separado en varias hojas repartidas por todo el mundo ¡Sorpresa! Para colmo está escrito en un críptico idioma, así que tendremos que valernos de nuestro instinto detectivesco para descubrir cómo funcionan tanto los controles como las mecánicas del juego.
Todo está escondido a plena vista, solo hay que descubrirlo. Esta interesante propuesta hará que nuestra aventura en TUNIC sea mucho más personal, y nos ayude a sumergirnos de lleno en su mundo y sus reglas. Estamos ante una aventura clásica, que nos irá enseñando sobre la marcha cómo jugar y desenvolvernos con el entorno, como si de un gran puzzle gigante se tratara.
Esto puede ser un arma de doble filo. A pesar de que el juego sea un aprendizaje continuo, en ocasiones podremos “perdernos” lecciones, y descubrir cerca del final del juego, que podemos mejorar el estado de nuestro personaje o añadir habilidades gracias al pozo de los deseos.
El otro gran pilar fundamental de TUNIC es su sistema de combate. Al principio contaremos con las acciones básicas de atacar, esquivar y defendernos con el escudo, pero a medida que avanzamos iremos consiguiendo nuevas armas como bombas o un látigo.
En ocasiones nos encontraremos con combates un poco más complicados de resolver, lo que nos hará morir y volver a intentarlos de nuevo. Contamos con unos altares que nos permiten guardar nuestro progreso, pero con la condición de revivir a todos los enemigos que hemos derrotado en la isla. Esta mecánica, que bebe directamente de los juegos tipo souls de From Software, nos empujará a enfrentarnos a poderosos enemigos de los que iremos sacando diferentes lecciones hasta poder derrotarlos. A hostias todo el mundo aprende.
Descubrir que los proyectiles de nuestros atacantes se pueden usar a nuestro favor, o que las bombas les dejan desprovistos de escudo, son trucos que iremos descubriendo a base de ir probando, y esto es lo que hace del combate una delicia en TUNIC, porque será el propio jugador que observando a sus combatientes con atención, consiga derrotarlos.
TUNIC entra por los ojos. Su estilo visual combinando tonos pastel con colores llamativos, atrae mucho la atención del jugador. Da la sensación de que estamos ante un juego puramente inocente, pero tal y como hemos comentado antes, se esconde un desafiante puzzle con combates que nos harán sudar la gota gorda.
Su perspectiva isométrica nos presenta pequeños escenarios ambientados en diversos lugares. Hay una mina abandonada, una montaña nevada, una cripta… La idea es aportar variedad visual para que cada entorno sea único, y eso lo consigue muy bien el juego.
En cuanto a rendimiento, TUNIC palidece un poco respecto a la versiones de consolas como XBOX o PC. La resolución se ha disminuido hasta el punto que no se ve tan nítido, creando sombras difusas y unas texturas poco definidas. A veces de la sensación de la cámara del juego no se ha terminado de enfocar del todo, como si faltase nitidez.
Entendemos que este ha sido el precio a pagar por portear una versión portátil a Nintendo Switch, y aunque no impide para nada que disfrutemos del juego, la belleza de su apartado gráfico no termina por brillar del todo. También hemos experimentado algunas caídas en el rendimiento, pero en momentos puntuales con mucha carga y enemigos en pantalla.
TUNIC es uno de esos juegos que tienes que completar sin saber nada sobre él, porque una vez que conoces sus trucos, pierde la gracia de la exploración y sus acertijos. Andrew Shouldice es consciente de ello, y por eso se ha apoyado en el componente souls para animar su rejugabilidad.
El juego cuenta con un modo rápido que nos mostrará un cronómetro para ver cuánto tardamos en completarlo. Ideal para hacer speedruns y encontrar formas de acabar con los jefes mucho más rápido. Está diseñado para que incluso juguemos sin mejoras de salud o magia, volviendo los combates todo un desafío.
En la otra cara de la moneda, podemos ajustar la dificultad del combate a un modo reducido para quienes no quieran sufrir tanto en las batallas. Esta opción puede ayudar a disfrutar más el componente de exploración y dejar a un lado los combates, algo ideal si nunca has jugado títulos como Dark Souls o Bloodborne.
TUNIC es un desafiante rompecabezas que mezcla lo mejor de las aventuras de Zelda y lo adereza con el sudor y lágrimas de los juegos tipo souls. Su poca transparencia con el jugador puede llegar a resultar frustrante al principio, pero os aseguramos que es muy gratificante descubrir y descifrar todos sus secretos. La versión de Nintendo Switch es la ideal para disfrutar de esta aventura, aunque su estilo visual no termina de brillar del todo en ella. Aún con sus imperfecciones, TUNIC se convierte en una pequeña obra maestra obligatoria para los amantes de las aventuras y Zelda.
TUNIC ya se encuentra disponible en formato digital en la eShop de Nintendo Switch. Si queréis conocer más sobre los mejores juegos de la consola, no olvidéis echarle un vistazo a nuestra lista.